Tatuajes de criminales y prostitutas
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Este libro lo pueblan criminales y prostitutas de finales del siglo XIX o comienzos del XX, hombres y mujeres de los que apenas se conoce el nombre, unas pocas peripecias vitalesà y sus tatuajes. Individuos sin apenas historia, como tantos otros. Y, sin embargo, aquí están: probablemente escribiesen pocas palabras, pero las que quisieron escribirse en la piel, indelebles, han llegado hasta nosotros, cien años más tarde. Provienen de todo tipo de archivos y por primera vez se recopilan en este libro a través de decenas de imágenes originales. Los hombres o mujeres que portaban estos tatuajes fueron integrados por …
Este libro lo pueblan criminales y prostitutas de finales del siglo XIX o comienzos del XX, hombres y mujeres de los que apenas se conoce el nombre, unas pocas peripecias vitalesà y sus tatuajes. Individuos sin apenas historia, como tantos otros. Y, sin embargo, aquí están: probablemente escribiesen pocas palabras, pero las que quisieron escribirse en la piel, indelebles, han llegado hasta nosotros, cien años más tarde. Provienen de todo tipo de archivos y por primera vez se recopilan en este libro a través de decenas de imágenes originales. Los hombres o mujeres que portaban estos tatuajes fueron integrados por la ciencia decimonónica en una nueva categoría: el individuo peligroso. Así, eran enviados aquí o allá, a cumplir el servicio militar o a formarse en algún taller elegido por sus padres; o bien eran encerrados en cárceles y asilos, hospitales y reformatorios, colonias penitenciarias y agrícolasà Se les permitió tomar pocas decisiones, pero las que tomaron fueron simbolizadas de forma permanente a través de estos grabados en sus cuerpos. En consecuencia fueron considerados aún más reprobables, pues por entonces tatuarse era, no lo olvidemos, -una costumbre bárbara-. Los tatuajes que se pueden ver en este libro son casi siempre simples, torpes, se parecen poco a los que cualquiera puede hacerse hoy en día. Sin embargo, gozan de un encanto singular y extraordinario. Responden tanto al impulso como a las necesidades del imperio de los sentimientos. Y, ante todo, son la puerta de entrada a unas vidas lejanas y violentas cuyos fragmentos se cosen en estas páginas.
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