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Una amenaza, un juego de pistas y un viaje rumbo a la verdad.
La novela transcurre durante el viaje vacacional de Kati con su esposo, el inspector Figueroa, y se inicia cuando este recibe un críptico mensaje, una amenaza que gravita sobre ella. Pronto, todo apunta hacia el lugar en el que quince años atrás fue asesinada la Flaca, igualmente policía y amiga de ambos, quien amaneció cadáver en su tienda de campaña; muerte por la que su autor ya ha cumplido la pena impuesta.
Durante el viaje, el inspector oculta a Kati la amenaza y los mensajes que …
Una amenaza, un juego de pistas y un viaje rumbo a la verdad.
La novela transcurre durante el viaje vacacional de Kati con su esposo, el inspector Figueroa, y se inicia cuando este recibe un críptico mensaje, una amenaza que gravita sobre ella. Pronto, todo apunta hacia el lugar en el que quince años atrás fue asesinada la Flaca, igualmente policía y amiga de ambos, quien amaneció cadáver en su tienda de campaña; muerte por la que su autor ya ha cumplido la pena impuesta.
Durante el viaje, el inspector oculta a Kati la amenaza y los mensajes que recibe. (En esta parte no se desvelan los nombres propios de los sitios que visitan, para que quien lea la novela pueda implicarse, hasta donde quiera, en adivinar un recorrido de interés cultural y paisajístico).
En la segunda parte, de la voz de Kati surgen las respuestas al «juego» propuesto por quien mantiene la amenaza. (En esta parte sí se indican los nombres propios de los lugares visitados).
En la tercera parte se descubre el sentido del viaje, y en las páginas finales, sus consecuencias. Para Kati es un viaje que acabará siendo algo más que un juego.
En plena Transición española, Oto se afana en recordar. En ello le va la vida.
Cuando aquel fatídico 23F el inspector Figueroa lo citó a declarar, Oto no podía imaginar el vuelco que daría su vida, ni las razones que lo llevarían a sentarse unos meses más tarde ante el tribunal de justicia. Era cierto que, desde antes de la muerte de Franco hasta el golpe de Estado de Tejero, Oto había venido alternando los apuntes y la multicopista con su amor por Lucía, con el bajoeléctrico y con algunas ausencias. Cruzar coches en la calle y lanzar octavillas …
En plena Transición española, Oto se afana en recordar. En ello le va la vida.
Cuando aquel fatídico 23F el inspector Figueroa lo citó a declarar, Oto no podía imaginar el vuelco que daría su vida, ni las razones que lo llevarían a sentarse unos meses más tarde ante el tribunal de justicia. Era cierto que, desde antes de la muerte de Franco hasta el golpe de Estado de Tejero, Oto había venido alternando los apuntes y la multicopista con su amor por Lucía, con el bajoeléctrico y con algunas ausencias. Cruzar coches en la calle y lanzar octavillas en el metro no era algo extraño para él, pero nuncafue un antifranquista tan comprometido como para alcanzar el honor de ser puesto a disposición del juez. Tras ser acusado, solo elrecuerdo del pasado podía ayudar en su defensa. Para preparar el juicio, se vio obligado a evocar los pasos que había dado desde queen Bruselas embarcó, con su banda de rock, en el Boeing 747 con destino a México DistritoFederal.
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