Las bibliotecas quieren demostrar que siguen siendo necesarias en la sociedad de la información. A los bibliotecarios nos preocupa ese futuro que promete una oferta de información abundante y una legión de libros sin papel, ya que nos exige replantear buena parte de nuestros conocimientos, nuestras relaciones laborales y, cómo no, nuestros dogmas profesionales. Necesitamos adquirir nuevas competencias digitales y poner en marcha iniciativas que capten la atención de los ciudadanos sin perder nuestra personalidad. Los medios para conseguir estos objetivos dependerán del tipo de biblioteca en que se trabaje. A pesar de las limitaciones presupuestarias, las bibliotecas públicas son …
Las bibliotecas quieren demostrar que siguen siendo necesarias en la sociedad de la información. A los bibliotecarios nos preocupa ese futuro que promete una oferta de información abundante y una legión de libros sin papel, ya que nos exige replantear buena parte de nuestros conocimientos, nuestras relaciones laborales y, cómo no, nuestros dogmas profesionales. Necesitamos adquirir nuevas competencias digitales y poner en marcha iniciativas que capten la atención de los ciudadanos sin perder nuestra personalidad. Los medios para conseguir estos objetivos dependerán del tipo de biblioteca en que se trabaje. A pesar de las limitaciones presupuestarias, las bibliotecas públicas son entornos flexibles y autosuficientes donde las tecnologías de la información son accesibles y las pequeñas imperfecciones en la implantación de nuevos servicios, perdonables. Además cuentan con un recurso al alza en la sociedad del conocimiento: el factor humano. Este libro es una invitación a reflexionar sobre el papel que deben asumir los profesionales para mantener activa la biblioteca pública mientras llega ese futuro del que tanto hablamos. No se pretende divagar sobre lo que habría que hacer una vez llegado ese momento, sino el modo en que lo alcanzamos.
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